Barrer y Trapear (4º Parte - Final)

Estaba de vuelta en mi misión -pensó el capitán-. Las luces de los faros de la calle me resultaban muy molestas, con un brillo cegador.
- Llegué finalmente al edificio -continuó sus pensamientos- Ya estoy harto de esto, no puedo seguir con esto, ni mucho menos en el día de navidad, esta será mi última misión- Concluyó mientras se acercaba sigilosamente a la entrada del edificio.
La luz finalmente fue cortada en toda la cuadra, aún cuando la mayor parte del edificio estaba sin luz, existían algunos sectores que todavía funcionaban mediante un generador alterno, uno de esos sectores era el de seguridad. Sin embargo, las cámaras no funcionaban porque no estaban bajo ese respaldo, pues consumían muchos recursos. ¡Imagínense, son son en promedio 6 cámaras de vigilancia por piso, en un edificio de 70 pisos, y eso sin contar las áreas aledañas y el estacionamiento! Lo que todavía funcionaba eran las cajas de seguridad, algunos sensores y el detector de metales en la entrada. ¿Quien pensaría que Mattel necesitaría tanta seguridad?

McCain, sin estar precavido de las condiciones, entra por la entrada principal, pero la vieja bala que estaba acogida en su hombro activó la alarma silenciosa de un detector de metales. Al menos eso probaba que el sistema de seguridad funcionaba. Ahora las condiciones no eran favorables para McCain, pues ya sabían que él estaba adentro, pero él no tenía idea de quien estaba adentro.
-Subo por las escaleras -continuó pensando el capitán- y solo encuentro polvo y oscuridad. El último escalón se encuentra delante de mi. Aún cuando estoy consciente de mi situación, sólo puedo pensar en "Jack Bauer y el perrocaliente perdido" (Título de mi próxima película). ¡Estúpido Jack Bauer!- terminó con enojo.

McCain se acerca con cuidado al último lugar donde se encontraba el equipo Red Fox. Nota las cabezas que servían de adorno a las escaleras, pero al revisar de nuevo, nota que las cabezas son falsas, así como toda la sangre que había alrededor... Pero, sorpresivamente, escucha un ruido. Saca su arma, se agacha, voltea en todas direcciones, pero aún con eso no logra evitar perder la consciencia con un golpe en la cabeza.

Acabado de despertar, su reloj interno le decía que estuvo 30 minutos inconsciente. Estaba amarrado y encerrado en el pequeño cuarto de las copiadoras, solo en la oscuridad. La puerta se abre y un cierto enojo se apodera de McCain, el contorno negro de una persona era todo lo que podía ver. Esta agarra una silla y se sienta a los bordes de la puerta.
- ¿Quienes son ustedes? ¿Que quieren?- exclamó McCain.
- Somos el futuro y queremos que se mantenga así... Sr. McCain.
McCain desconocía como descubrieron su nombre, pues no cargaba nada que lo identificara...
- ¡Esto es lo nuevo, Sr. McCain!- continuó- Nosotros nos guiamos por la palabra de nuestro maravilloso líder...
- ¿Y quien es vuestro estúpido líder?
- No me provoque, Sr. McCain, que usted tiene toda la desventaja aquí... -El hombre conocía de que, aún con McCain amarrado, no era sabio acercarse a alguien tan peligroso como McCain.
- "ÉL" esta lleno de sabiduría, de conocimientos, de visiones. Nunca lo dejaremos... Pero para demostrártelo, te dejaré libre, así lo verás con tus propios ojos. En ese momento no había idea que pudiera gustarle más a McCain. Unos hombres entran y desatan a McCain y lo dejan ir en calma, pero el hombre de la voz se retira.

En cuanto sale, observa que habían unas cuantas luces encendidas e incluso música. Al parecer, había logrado aprovechar la electricidad del generador alterno. La canción que sonaba era la misma canción del bar de las Guerras de las Galaxias. McCain comenzó a tararearla: "Tin ti rin, tin ti rin". La gente se encontraba reunida como en una especie de anfiteatro/bar, y esperando a que suceda algo. Un pequeño televisor es encendido de repente, apareciendo la imagen de Jerry Seinfeld.
- ¡Líder Seinfeld, líder Seinfeld!- empezó a repetir el público en la acostumbrada forma zombie.
- ¿Esto es en serio?- murmulló McCain.

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- Has visto la gran sabiduría de nuestro líder- le dijo el hombre que le hablaba en el cuarto de fotocopias. Por fin pudo ver su rostro-. Mi nombre es Jaime, y soy un periodista. Mi escabullida en este edificio ha sido lo mejor que me ha pasado en la vida!!!!....
- Esta es la primera vez que busco por terroristas y me encuentro con una secta- piensa McCain.
- Pero no entiendo -pregunta McCain con confusión- ¿Por qué... Por qué Seinfeld?
- Porque no hay TV por Cable y un compañero tenía el DVD de la primera temporada de Seinfeld. Es por eso.
- ¡Oh, ahora entiendo!- mintió McCain.- Aunque para ser honesto, me gusta como ha quedado el sitio, es agradable.
- ¡Es una maravilla! jejeje- se rió agradecidamente-. Espera un momento, ahora podrás ver en acción a la representación de nuestro líder en nuestro grupo... Espéralo, que ahí viene.

Desde hacía tiempo que no aparecía Che en nuestra historia, ahora sale y se muestra gallardamente con una bata. Se detiene en el centro del improvisado escenario, y pronuncia las siguiente palabras:
- ¿A quien de ustedes le gusta los chistes de gordos?
- ¡A mi!- dicen tímidamente algunas personas del público.
- ¡Una vez conocí un sujeto tan gordo, pero tan gordo, que para limpiarse el trasero su mano tenía pedir una visa para poder llegar hasta allá!
Consigue una cuantas risas en el proceso.
- ¡Es cierto! -continúa-, incluso tenía su trasero tenía su propio código postal: ¡Los gérmenes tenían que pagar impuestos!
- Es cierto, se los puedo jurar por la vida de mis padres... y yo nunca conocí a mis padres. ¡Imagínense a la vida de quien estoy poniendo en juego! Así de en serio lo digo.

Oscar también entra en escena y se acerca a McCain que estaba sentado, y escuchando los terribles chistes malos del Che.
- Nadie ha salido herido, capitán.- Dice Oscar.
- ¿Pero dicen que hubo disparos, explosiones, y que incluso hay un muerto colgando desde el techo?
- ¡Bahh!- le replica Oscar- Todo eso ocurrió pero no hay ningún herido ni muerto. Lo que cuelga del edificio es un muñeco... Fíjate bien, aquí se encuentran todos los invitados de la fiesta, los secuestradores, el equipo policial, todos estamos aquí, compartiendo en paz.
- Pero no logro entender, ¿Por qué? ¿No lo encuentro sentido a esta historia?
¿Qué pasó aquí?
- Oscar le empezó a contar la historia desde el momento en que entraron los terroristas hasta que descubrieron que buscaban la liberación de Ingrid Betancourt mediante el secuestro del hijo del Che. La historia le pareció bizarra y sorprendente a McCain, pero no lograba entender todavía ¿Que llevó a que se creara esta utópica sociedad de auto-secuestrados?
- No teníamos planeado luchar contra los terroristas, nuestra primera intención fue desde un principio la intimidación. Por eso, con las armas que encontramos, decidimos hacer explotar una bomba. Ché estuvo una vez en un campo de entrenamiento de Al-Qaeda, así que le resultó muy fácil. También lanzamos disparos, hicimos explotar un ascensor, pero solo para ver que pasa... Encontramos una muñeca inflable dentro del escritorio de un tal "Daniel", le pusimos algo de ropa, y la lanzamos desde el techo.
- ¿Y eso funcionó? ¿Se asustaron?
- No estuvo ni cerca. Creo que provocó que nos quisieran desollar mucho más rápido. Nos gritaron que iban a hacer pancartas con nuestra piel... Cosa que me gustaría ver cómo se hace, pero no conmigo...
-«Jejeje, idiotas»- Se rió internamente McCain.
- Entonces decidimos que lo mejor era atormentarlos con música y así sacarlos. Pero lo único que pudimos encontrar fueron unos episodios de Seinfeld. Así dijimos: "¡Que demonios!", y lo intentamos.
- Al poco rato -continuó Oscar-, mientras todavía se escuchaba el programa de Seinfeld por todo el edificio, los franceses nos encontraron, y estuvieron a punto de matarnos a Ché y a mi, pero las excentricidades de los personajes del programa nos hicieron reir a carcajadas, hasta el punto en que nos olvidamos de todas nuestras diferencias. Y así, sucesivamente, aquí estamos. Jerry Seinfeld nos trajo amor y armonía.
- Creo que esa la historia más estúpida y rara que jamás haya escuchado. ¡Y acabo de matar a un hombre rata y las tortugas ninja!

Y un rayo de luz atravesó la ventana, ilustrando la llegada del alba, es el sol de cada mañana, la luz del astro lucero deleita. McCain, notó que ya había amanecido y le dijo al estúpido pueblo del edificio:
- ¡Señores, ya amaneció, el juego se acabó! ¡Vayan a trabajar, a sus casas, a lo que sea, mientras estén lejos de Seinfeld!
- ¡Aguafiestas!- murmuraron algunos mientras se retiraba cada quien a su respectivo hogar.

Ahora estaban Oscar y Che de nuevo solos.
- ¿Se supone que debemos limpiar todo este desastre?- dice Che mientras observa el desastre hecho por su extinta comunidad seinfeldiana.
- ehhh...- piensa dubitativamente Oscar- Mañana lo limpiamos...
- ¿Mañana? ¡Pero si hoy es mañana!
- Que "MAÑANA", te dije...- le expresa con autoridad y fruciendo el ceño.

Y así terminó todo aquel día en aquella bella ciudad de Islamabad en Pakistán. (¡Apuesto a que nunca te imaginastes esa ciudad!).

EL FIN

NOTA:
La historia no tienen porqué tener algún sentido lógico, así que no se lo busquen. Atentamente, La Gerencia.

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