Oda a la melancolía

¿Por qué luchamos contra la melancolía? La evitamos con una dulce melodía, para que alegre nuestras vidas. Alegría que buscamos en la fe, con un dios que dice comprender, y replica con la acostumbrada indiferencia.. ¡oh!, ¿En donde buscar, donde buscar? ¿Si en Dios no he de confiar para buscar mi felicidad, a donde he de parar?

¿Por qué no un doctor he de acudir? Que me resuelva este sufrir. Analizar un poco de aquí, un poco de allá, mis problemas con mamá, quizás hasta de mi pipí y la gran variedad sexual. Drogas vuelan por los aires desde que se firmó el récipe, ¿Quien diría que una droga legal me haría tan feliz? Pues la farmacéutica lo dijo en la etiqueta.

¿Que fastidio buscar el autógrafo de un doctor para encontrar mi felicidad? ¿No hay algo más rápido y barato? ¡Olvídense de los fármacos, y vayamos a los narcóticos! Toda una industria clandestina y una cultura propia. Apto para todo público. ¡Escoge tu veneno!: ¿Drogas o alcohol? Lo que sea solo sirve para aliviar el dolor de mi vida patética, triste, y vacía.

¡Pero la droga no se adapta a la moral! ¿Entonces quien podrá defenderme de mi melancolía? ¿Una mano amiga que me extienda la mano? Ya lo sé, un escritor que aparente saber de lo que está hablando. ¿No has escuchado lo bueno que son los libro de Osho? Obviamente, no sabes de auto-ayuda. Yo te diré las ciento y un mil formas para ser feliz. Sólo abre tu corazón y tu bolsillo hacia mi, y serás más feliz que una lombriz.

¿Y qué hay de los grupos? ¿Me sentiré mejor en la gran variedad social? Así me integraré en la sociedad: en las bonitos, los feos, los tontos, los inteligente, los punk, los góticos, los emos, los cursis, los cínicos; seré cualquier cosa que tenga causa: izquierda, derecha, liberal, marxista, fascista, anarquista; todo que lo que sea espiritual: budista, taoísta, hinduísta, musulmán, cristiano. Necesito rodearme de gente, para sentirme integrado. Bien sea en el Facebook o en el Real Madrid, quiero ser feliz. Pero mientras más aumentan las personas a mi alrededor, solo encuentro nuevas maneras de estar solo.

¡Oh no señor, no! ¡Yo soy fuerte e independiente! No voy a buscar en alguien más mi camino a la felicidad. Puedo hacer lo que yo quiera, todo lo que yo quiera con mi cuerpo. Eso expresará mi terrible ansia de satisfacer mi individualidad, pero solo logro parecerme aún más a los demás. ¡Me puedo acostar con quien desee, hacerme un tatuaje, un piercing en la planta de los pies, escoger el color de mi ropa, ir a donde quiera, orinar en el medio de la calle, incluso puedo escoger el color de mi celular!!! ¿Si eso no es individualidad no se que será! Sólo sé que deseo escapar de mi mismo, de mi trabajo, mi hogar, mi estudio. Quiero escapar de mi patética, triste y vacía vida. Eso me hace feliz, todo lo que rompe con la rutina, sea un viaje a la montaña o a Hong-Kong, porque en el fondo no me soporto a mi, el huevón. Esa aparente rebeldía rompe-rutinas, no es más que una ilusión de libertad, que al menos me da un poco de alegría.

Pero no quiero escapar de mi. ¿No puedo ser un yo feliz? ¿Que provecho me puede traer la melancolía?

Pero oye!! ¿No es la infelicidad la productora de la más dulce y fuerte poesía? ¿Que sería del arte sin la melancolía? ¿No es la infelicidad lo que produjo el progreso social? ¿Que otro sentimiento es más fuerte y sincero que la tristeza?... Mientras que en la alegría todos son tus amigos, en tristeza te darás cuenta de quienes son tus amigos. La felicidad llega por cualquier medio, como en el sueño de un hedonista; pero el placer no es indicio de felicidad, sino tan solo un alivio a las penas.

No se puede ser feliz, definitivamente no se puede ser feliz. La felicidad no es más que un eufemismo de menos desgraciado. Trabajemos con lo que tenemos, de la mejor forma en que podemos. ¡Incluso le sacaré provecho a mi tristeza! ¡El dolor es aquello que te dice que todavía estás vivo, aquello que te dice que puedes continuar! Mi melancolía es un sentimiento tan válido como cualquier otro, y yo debo sentirlo todo. Nadie tiene el derecho de hacerme pensar que debo dejar de sentir. ¡Lo sentiré todo! ¡Mis penas y mis alegrías serán todas mías y seré orgulloso de poseerlas! ¡Quiero llorar con alegrías mis penas! ¡Y aprenderé a amar cuando las sepa compartir, aprenderé a amar cuando sienta las de los demás como si fueran mías! Esta es la manera en que yo aprendí, con una oda a la melancolía.

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