A mediados de febrero


Amada mía,

Por alguna razón, es más fácil escribir en versos que en prosa. Todavía no entiendo si lo hago por gusto... o si eso es lo que me provocas. Te extraño, y te veo tan lejos, que acudo a tus fotos para refrescar mi memoria. Recuerdos míos, extrañando lo que nunca ha sido.

600 por 200 píxeles, ahí te veo. ¡Extraordinaria ésta máquina! Luces y diodos que me muestran tu reflejo, aún a mil kilómetros de distancia. Me entristece, me apabulla, que esta estúpida máquina sea incapaz de reflejar los sabores y aromas, porque te tengo a medias... Peor, menos que eso. Aunque, también es cierto, nunca te he tenido. Aún así, te veo.

¡Ay, dulce María! Te veo. En el álbum de mis fotos, pero te veo. Con un terso vestido, que cae sobre tus hombros hasta tus tobillos. Blanco y puntos rosas te envuelven, junto a tus cabellos negros que lo embellecen. Si sólo supieran tus ojos café mis deseos, que desean romper la envoltura y descubrir, como niño en Navidad, el regalo que el destino me ha dejado.

Olvidar los protocolos. Desarreglarte los cabellos, en una maraña de deseos. Mis manos cerca tu rostro, olvidando que hay un mañana. O al menos eso era lo que nos decía la almohada. Y los dedos hacen de las suyas, alguna que otra travesura. Como si los ojos fueran ciegos, las manos van descubriendo el mundo. Causando explosiones por donde tocan, dejando emociones que no sé desde cuando no brotan. Y bañarte en cerezas y chocolates, ahogándome en tus sabores. Le dicen el "festival de la piel", quienes aún creen en el romance. Y al verte tus ojos cerrar, en tu oído susurrar: ¿Sabes cómo se dice te amo en el idioma de los besos?

Tu piel blanca, me recuerda a la mar, cuando la espuma rompe en la arena. Y tus curvas imitan las olas, ¿O son las olas las imitan tus caderas? Poco a poco, me voy en ellas navegando, descubriendo tesoros, aquellos lunares que añoro. Los hago míos, los guardo en mis recuerdos...

Pero, es cierto, lo olvidaba, que esto no es siquiera un recuerdo. Meros deseos que chocan con la realidad.  Hay que ver donde fue a parar, aquella tentadora imaginación mía...

Por eso este año viajo, como un revolucionario de palabra, cuyos ideales no se quedan en palabras. Apuesta letra por letra, que el anarquista cruza fronteras.

Siempre tuyo,
Tu poeta gruñón.


PD: Después de tanto años escribiendo algo para el famoso "Día de los enamorados", esta vez intenté algo distinto. ¿Acaso abandoné el sarcasmo? Por supuesto que no. Sólo que ahora puedo ser sarcástico y romántico al mismo tiempo. Soy sarcántico. Aunque, no lo pongo en duda, extrañaba escribir en prosa poética.

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