Cómo ganar unas elecciones perdidas


Si algo aprendí de Frank Underwood en House of Cards es que las elecciones pueden "arreglarse". Es importante el uso de los verbos, dado que el "fraude" se puede entender como alterar votos, mientras que "arreglar" una elección implica alterar las condiciones del voto. Frank ganó evitando que sus opositores voten, algo similar a lo sucedido en Venezuela.

Pero regresando al House of Cards, Frank Underwood, en su quinta temporada, a pesar de perder gana la presidencia. Ello no es absurdo, ya ocurrió el año pasado con Trump y en el primer período de Bush hijo, quienes ganaron a pesar de tener un número menor de votos. Todo ello es debido al complejo sistema político que se ha inventado el ser humano, en este caso los estadounidenses.

[SPOILER ALERT SOBRE HOUSE OF CARDS]

Apoyándose en la sensación del momento, Frank Underwood utiliza el terrorismo para cerrar centros electorales, supuestamente amenazados por grupos extremistas islámicos, dando la casualidad que dichos centros electorales han sido zonas que históricamente votan por sus opositores. En ese caso, el uso del miedo fue eficaz para manipular al electorado. Como EE.UU. no dispone de un sistema electoral directo, sino de segundo grado, es decir, donde la población no vota directamente por su candidato sino por colegios electorales, Frank pudo aprovechar ese sistema para hacerse con la suya y conseguir un escenario inédito: ningún candidato alcanzó los votos suficientes, lo que deja la elección presidencial a manos del Congreso. Para hacer la historia corta, y entre algunas artimañas subsiguientes, Frank se hizo con la presidencia a pesar de perder.

[FIN DEL SPOILER ALERT SOBRE HOUSE OF CARDS]

Yo me voy a atrever a hacer la pregunta que nadie se quiere hacer: ¿Las elecciones son realmente "expresión de la voluntad popular"? De hecho, los ejemplos recientes, como el Brexit, Trump, el plebiscito en Colombia, las elecciones regionales en Venezuela, nos indican que muchas veces los resultados electorales no reflejan para nada el sentir popular, sino que son sólo un juego de suma cero que consiste en empujar más fuerte que el otro para ganar.

En el caso del Brexit, quienes tomaron la decisión fueron las personas mayores quienes añoran el pasado imperialista de Gran Bretaña, que no son la mayoría. En el caso Trump, quienes lo eligieron fueron los estúpidos hombres blancos de los que una vez habló Michael Moore, que no son la mayoría del país. En el caso colombiano, quienes eligieron fueron los citadinos por encima de los campesinos, siendo estos últimos los que realmente viven y sufren la guerra interna. Ninguno fueron resultados que se puedan considerar representativos de la voluntad popular.

El caso venezolano se merece su propio párrafo, dada la similitud con House of Cards. En Venezuela gana el oficialismo por diversas razones: una de ellas fue la incongruencia del liderazgo opositor, el desánimo de las bases opositoras tras 4 meses de furia que no consiguió nada, pero también las terribles condiciones electorales impuestas desde el Gobierno. De hecho, mi centro electoral fue reubicado, supuestamente por posibles hechos de violencia, según el Consejo Nacional Electoral. Sin embargo, justo frente a mi centro electoral habitual, hay otro centro, que se mantuvo abierto como si nada. De existir hechos violentos, ¿Por qué no cerraron ambos centros? Porque la intención era incidir en la votación, específicamente en zonas que habitualmente votan contra el gobierno. A ello se le puede sumar el uso bandas paramilitares para asustar votantes, la inhabilitación de políticos populares, amedrentar con eliminar subsidios y suministros de alimentos en un país de gran escasez, no sólo de comida sino de ética. Así fue como el gobierno ganó 18 de 23 gobernaciones, a pesar de no contar con la aprobación de la mayoría de la población.

En todos los casos, los medios de comunicación han dicho que los grandes perdedores han sido las encuestadoras, pero yo creo que hay un problema de enfoque: las encuestas, aunque no son perfectas, tienen menos sesgos que una elección, siendo que a la hora de votar una persona se ve influenciada por muchos factores, mientras que una simple pregunta del encuestador te permite responder con mayor libertad, sin presiones externas y mayor honestidad.

Con ello no quiero decir que debamos acudir a las encuestadoras para elegir representantes o tomar decisiones políticas, sino presentar una verdadera falencia del absurdo sistema político actual. De hecho, aunque ya estaba convencido, cada vez estoy más seguro que la solución no se encuentra en "liderazgos", sino en nosotros mismos: No hay nada que una comunidad organizada no pueda hacer mejor que un gobierno, con excepción de la guerra. Cada vez me convenzo más de que la vía es la anarquía.

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